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jueves, 22 de septiembre de 2011

El saber filosófico

El concepto de ‘filosofía’ posee una complejidad de significados y referencias difícilmente compartida con algún otro nombre que designe a cualquiera de las otras disciplinas y artes del conocimiento humano. Etimológicamente se interpreta como ‘amor o afición a la sabiduría’. (Filo = amor; Sofos = sabio) En este sentido, debemos subrayar la diferencia entre el ‘sofista’, el sabio, y el ‘filósofo’. Éste último es el que ama la sabiduría, pero no es sabio, pues el primer requisito para aprender, para alcanzar el conocimiento es reconocer la ignorancia. Platón sitúa por este motivo la filosofía entre la sabiduría y la ignorancia, entre el que ya posee el saber, y por eso no lo busca, y el que hasta tal punto carece de saber que ni siquiera lo echa de menos

“Ninguno de los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni aman la sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto es precisamente la ignorancia una cosa molesta: en que quien no es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a sí mismo que lo es suficientemente.

¿Quiénes son, entonces, los que aman la sabiduría, si no son los sabios ni los ignorantes?.

Hasta para un niño es ya evidente que son los que están en medio de los dos”.

Platón. El Banquete.

El ser humano posee un deseo irreprimible de saber. Y ese deseo arranca de la extrañeza y la admiración ante las cosas. El mundo, las cosas, las personas se nos presentan a nuestros ojos y no nos pasan desapercibidos. Despiertan en nosotros la curiosidad, la admiración, la extrañeza. La filosofía aparece cuando los seres humanos se cuestionan sobre los elementos que tienen a su alrededor y quieren encontrar respuestas a determinadas preguntas. La admiración, el asombro, ante un mundo que se nos presenta enigmático, plantea al hombre interrogantes. ¿Cuál es el origen del universo?, ¿somos realmente libres, o todo lo que nos sucede está ya escrito?, ¿existe la verdad?, ¿se puede conocer la verdad?, ¿qué es el bien?, … son interrogantes que nos hemos planteado alguna vez. Desde el comienzo de la historia el ser humano ha intentado responder a estas preguntas. Las respuestas que han dado y las que podemos dar a estas cuestiones forma parte del saber filosófico.

“Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración; al principio, admirados por los fenómenos sorprendentes más comunes; luego, avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de la Luna y los relativos al Sol y las estrellas, y la generación del universo.

Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. Por eso también el que ama los mitos es en cierto modo filósofo, pues el mito se compone de elementos maravillosos. De suerte que, si los hombres filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por utilidad alguna. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la vida”

Aristóteles. Metafísica.

En este sentido, la filosofía es un ‘quehacer’, algo que se va haciendo, ‘una ciencia que se busca’, como advirtió Aristóteles. Cada uno de nosotros la hacemos cada día, con un esfuerzo gratificado por estar realizando lo que nos vuelve más humanos. La filosofía, pues, nos ayuda a humanizarnos. Quien no se admira, quien no reflexiona, quien no se hace preguntas, probablemente está perdiendo lo más importante de sí, probablemente se está deshumanizando.

“Interesarse por el por qué vivimos no es, por lo tanto, un interés tan fortuito o tan casual como, por ejemplo, coleccionar sellos. Quien se interesa por cuestiones de ese tipo está preocupado por algo que ha interesado a los seres humanos desde que viven en este planeta. El cómo ha nacido el universo, el planeta y la vida aquí, son preguntas más grandes y más importantes que quién ganó más medallas de oro en los últimos juegos olímpicos de invierno.

La mejor manera de aproximarse a la filosofía es plantear algunas preguntas filosóficas: ¿Cómo se creó el mundo?, ¿Existe alguna voluntad o intención detrás de lo que sucede?, ¿Hay otra vida después de la muerte?, ¿Cómo podemos solucionar problemas de este tipo?, y ante todo ¿cómo debemos vivir?.

En todas las épocas, los seres humanos se han hecho preguntas de este tipo. No se conoce ninguna cultura que no se haya preocupado por saber quiénes son los seres humanos y de dónde procede el mundo”.

J. Gaarder. El mundo de Sofía.

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